Análisis: Hyper Light Drifter
Un videojuego imprescindible surgido de una experiencia personal terrible.
Si estás metido en este mundillo seguro que conoces la historia que hay detrás de la creación de The Legend of Zelda, esa en la que Miyamoto, cuando era pequeño, jugaba en los bosques que había detrás de casa de sus padres, imaginando que vivía grandes aventuras mientras lo exploraba, descubriendo cuevas y recovecos escondidos; esas correrías infantiles fueron el germen de las aventuras de Link, Zelda y compañía.
De la misma forma Hyper Light Drifter es consecuencia de las experiencias vividas por Alex Preston durante su niñez, la gran diferencia radica en que mientras que la inspiración de Miyamoto proviene de experiencias y recuerdos felices, las de Preston tienen un origen mucho más terrible:
“Desde que nací tuve que lidiar con graves problemas de salud: para empezar, una enfermedad cardíaca congénita. Una plétora de problemas del sistema digestivo e inmunológico hicieron que me hospitalizasen en numerosas ocasiones, a menudo en cerca de la muerte. Esto me da una cierta perspectiva de la vida, e influye en las historias que quiero contar. El personaje principal de Hyper Light Drifter sufre de una enfermedad mortal, una para la que está buscando desesperadamente una cura. Esto es algo le tiene permanentemente atormentado, una situación con la que estoy profundamente familiarizado" (Álex Preston).1
Cuando sabes esto entiendes que el juego de Heart Machine (incluso en nombre de la desarrolladora y su logo reflejan el pasado de Preston) envía un poderoso mensaje desde la misma introducción, en la que el protagonista tose sangre y se agarra dolorosamente el pecho mientras unas sombras le atormentan y se ensañan con él; lo mismo que sucede cuando derrota a los jefes finales. Esta escena es más que un recurso narrativo, es un símbolo. Alex Preston con Hyper Light Drifter tiene algo que decir, quiere que entiendas como se sintió cuando era sólo un niño y se veía atormentado por sus monstruos personales, una plétora de enfermedades que amenazaban su vida día sí, día también; y cómo se enfrentaba a ellos, al dolor y al miedo a morir.
Envuelto en un un diseño visual exquisito y mimado hasta el más mínimo detalle, reforzado por la a veces acogedora, a veces sobrecogedora música de Disasterpeace, Hyperlight Drifter resulta de una mezcla de influencias de videojuegos clásicos y modernos. Un desarrollo y planteamiento muy cercado a los The Legend of Zelda clásicos en 2D, lleno de la exploración y el disfrute que supone rebuscar zonas secretas por los escenarios que, al encontrarlos siempre suponen una recompensa, combinado con un sistema de combate exigente y técnico, cercano al hack'n slash.
A pesar de basarse en tres movimientos relativamente básicos: ataque con espada, disparos y un dash de esquiva, no es hasta que aprendes a combinar de forma ágil y harmoniosa estas tres acciones cuando un interruptor hace click en tu cerebro y entiendes la profundidad de los enfrentamientos; entonces dejas de ser vapuleado/a sin piedad una y otra vez, y empiezas a dominar las arenas de combate, porque Hyper Light Drifter es un juego difícil, muy difícil, a veces incluso desesperante.
Por supuesto puedes obtener mejoras, conseguir varias armas de disparo diferentes y aprender nuevas habilidades (como atacar haciendo el dash o devolver disparos con la espada), algo que enriquece el sistema añadiendo unos muy necesarios recursos a tu arsenal de movimientos y, por extensión, más capas de complejidad al sistema de combate.
Y créeme cuando te digo que te va a hacer falta dominar bien ese sutil equilibrio que supone el baile de acciones que tus dedos ejecutarán sobre el gamepad, porque los jefes finales son unos cabrones realmente duros de pelar. Para derrotarlos tienes que aprender a usar todos los recursos de los que dispones durante el combate, interiorizando patrones de ataque para poder reaccionar y adaptarte a sus embates de forma intuitiva sin perder esas décimas de segundo que supone pensar en los botones a pulsar. El resultado son batallas tremendamente frenéticas, divertidas y desafiantes, en las que tu cerebro entrará en "Estado de Flujo" pulsando botones y gatillos sin el lastre que supone pensar de forma consciente en lo que estás haciendo, para combinar movimientos y salir victorioso de situaciones tan complicadas, que incluso el juego reconoce con una pose de victoria épica en forma de unos pocos giros con la espada para luego clavarla en el suelo.
Mención a parte requiere el chain dash (la habilidad más poderosa y más difícil de dominar, hasta el punto que tiene un reto propio totalmente abusivo) que no es si no la capacidad de encadenar un dash tras otro de forma infinita. La clave radica en que no se usa pulsando el botón a lo loco si no apretándolo rítimcamente, de forma relativamente lenta, como si fuese el latir de un corazón, otra interesante metareferencia al delicado estado de salud de Álex Preston. Un metamensaje en forma de mecánica jugable que transmite la idea de que en los momentos de mayor tensión la solución es no perder la calma y controlar mentalmente una situación que te sobrepasa, algo nada sencillo de conseguir durante el combate ya que, al ser estos tan frenéticos, conseguir pulsar un botón con cierta calma, supone todo un reto para tu cerebro.
En cuanto al argumento solo se insinúa, al igual que el lore que envuelve al juego y que se va revelando por los personajes no jugadores mediante imágenes. Sólo sabes que hubo una gran amenaza, una gran catástrofe provocada por cuatro robots gigantes que parecen sacados de Evangelion; no sabes qué fue de ellos ni que le pasó al mundo, pero el simbolismo funciona, transmite un halo misterio sobrecogedor y la amenaza de un segundo cataclismo al que debes hacer frente, suficiente para intrigarte y te lances a la aventura.
Así que te armas con tu espada, te envuelves en tu capa y te pones manos a la obra. Sabes que tienes un objetivo principal y cuatro áreas que explorar en busca de unos cristales que parecen abrir el acceso a una última zona... y entonces te das cuenta que algo no cuadra, que Hyper Light Drifter esconde mucho más: Para empezar sobran piezas, hay más cristales de los que realmente son necesarios; también hay puertas que requieren que encontremos unas llaves (demasiadas) desperdigadas por el mundo, unos monolitos con extraños símbolos a activar… todo en este juego te dice: este mundo bizarro es mucho más de lo que crees y esconde muchos secretos ¿quieres descubrirlos?, entonces explora.
Hyper Light Drifter es un videojuego imprescindible surgido de una experiencia personal terrible; precioso en su estética, inteligente en cuanto a diseño, e íntimo y personal en su mensaje. Un juego moderno con espíritu añejo que te hace sentir, tal y cómo hacían los juegos de antaño, que eres un auténtico aventurero en un mundo desconocido en el que te aguarda la aventura.
Te gustará si te gustaron: The Legend of Zelda a Link to the Past, Moonlighter, Tunic, Enter the Gungeon
Idioma: Inglés subtitulado en Español
Duración: entre doce y veinte horas
PEGI 12